sábado, 4 de febrero de 2012

Brotes

Solymar 6 de setiembre de 2010.

Homenaje preliminar a mi profesor de Terapia Intensiva. Dr. Ricardo Caritat.

Negro, los apuros de la vida te han llevado a pedirme algo muy difícil.

Resumir para los primeros minutos de tu entrada, mañana en el Senado de la República, la vida, la obra y por sobre todo el recuerdo y el reconocimiento que uruguayos y latinoamericanos guardan de Ricardo Caritat.


Tuve la suerte de conocerlo, sufrirlo y disfrutarlo a su regreso del exilio.

Voy a incluir en este breve relato, cosas que el Dr. Antonio Turnes ha contado de él en la Red Médica a poco de su fallecimiento el 21 de agosto pasado, pocos comentarios de gente que lo conoció, y aunque parezca curioso, pero tal vez la mejor manera de hacer lo que él hubiese querido, muchas cosas que el propio Ricardo escribió de si mismo, tal vez convencido, como era su característica, de que le robaría a la muerte lo que ella tiene de imprevisto e inconsulto.

Ricardo Juan Caritat Theoduloz falleció en Montevideo el sábado 21 de agosto de 2010. Había nacido en la misma ciudad el 18 de diciembre de 1932.

Hijo de María Esther Theoduloz Pujoll y de Ricardo Joaquín Caritat Larrar, que llegaría a ser Cirujano Pediatra, Traumatólogo y Ortopedista.

Realizó toda la educación Primaria en la Escuela República del Perú, la educación Secundaria, en el Liceo José E. Rodó, los dos años de Preparatorios en el Instituto Alfredo Vásquez Acevedo y pertenece a la Generación 1951 de la Facultad de Medicina (cuando era decano el Profesor Mario Cassinoni). Se graduó el 26 de julio de 1962, con Medalla de Plata, en el decanato del Profesor Washington Buño.

Ya en su actividad médica, se desempeñó como Practicante Externo (titular) e Interno (suplente y titular). Rotó por los servicios de los Dres. Víctor Armand Ugón, José Luis Bado, Abel Chifflet, Juan José Crottogini, Fernando Herrera Ramos, Julio Nin y Silva, Alfredo Pernin, Pablo Purriel y Luis Surraco.

De ellos el propio Ricardo escribió: “...Fui alumno de todos ellos y de muchos, tal vez sin que lo hayan sabido, discípulo.”

En cuanto a su actividad médico asistencial, fue Adjunto de Clínica Quirúrgica (Profesor Abel Chifflet), integrante del equipo de Cirugía Cardíaca del Hospital de Clínicas durante quince años, con los Dres. Juan Carlos Abó, Antonio Cañellas, León Chertkoff, Walter Fernández Oria, Orestes Fiandra, Luis Filgueiras, Tabaré González Vázquez, Uruguay Larre Borges, Pablo Matteucci, Roberto Rubio, Aníbal Sanjinés y Víctor Zerbino.

Tuvo relación permanente con el Departamento de Cardiología del Hospital de Clínicas (Profesor Jorge Dighiero). Fue Asistente del Centro de Tratamiento Intensivo del Hospital de Clínicas (Director Dr. Hugo Villar). Integró el equipo de los ocho médicos que organizaron y pusieron en marcha ese centro, primero en el país.

En el CASMU, fue Practicante de Zona, Médico de Zona, Ayudante de Cirujano, y Cirujano Autorizado.

En el Centro de Medicina Laboral del SMU (CEMELA), (siendo director el Dr. Jacobo Hazán), fue Médico certificador, y posteriormente Subdirector.
En MIDU, fue Supervisor del Área de Medicina Intensiva y coordinador del Departamento de Emergencia.
En su actividad docente, fue Ayudante de clase de Anatomía (Profesor Alfredo Ruiz Liard) y de Medicina Operatoria (Profesor Walter Suiffet); Adjunto de Clínica Quirúrgica; Asistente (Profesor Adjunto) del CTI del Hospital de Clínicas.

Ganó seis concursos de oposición y dos llamados a aspirantes.

Desarrolló su actividad gremial en la Asociación de los Estudiantes de Medicina, en la Comisión de Asuntos del Hospital de Clínicas, fue Delegado Estudiantil ante la Comisión Directiva del Hospital de Clínicas (en el Decanato del Profesor J. García Otero), fue Delegado Estudiantil ante la Comisión de Presupuesto de la Facultad de Medicina (durante el Decanato del Profesor J. J. Crottogini).

Al SMU, ingresó como estudiante a fines de 1955. Fue Secretario Estudiantil del Comité Ejecutivo, perteneciendo a la Agrupación Carlos María Fosalba, integró el Comité Ejecutivo en cuatro períodos. Secretario General de la Confederación Médica Panamericana (presidencias de los Dres. Constancio Castells, César V. Aguirre y José B. Gomensoro, período 1964-1970).

En la Universidad de la República, fue representante del Orden Docente en el Consejo Directivo Central (rectorados de los profesores Óscar Maggiolo y Samuel Lichtenzstejn).

Fue eliminado de los cuadros docentes de la Facultad de Medicina durante la Intervención de la dictadura a partir de 1973.

Estuvo detenido en el 4º Cuartel de Caballería cuando la Intervención de la Universidad, y por segunda vez, en dependencias policiales, al año siguiente.
Solicitó Asilo político en la Embajada de México.

Estuvo exiliado en México durante tres meses y luego en Cuba por nueve años y medio, donde realizó actividad asistencial, organizativa, docente y de asesoramiento en Medicina Intensiva.

Fue condecorado en este país por su contribución durante la epidemia de Dengue que azoló al país y por su compromiso asistencial y docente en Medicina Intensiva, de la cual fue fundador.

Cuando pudo retornar al país, dijo ante todos los que quisieran oírlo que no quería ser Profesor ni Jefe: ya lo había sido.

Pudo enseñar, según escribió, quizá a centenares, pero fue mucho más lo que le enseñaron miles de personas, en su mayoría pacientes y familiares.

Escribió claramente lo siguiente de si mismo:

...”Tuvo muchos amigos, algunos entrañables. Puede que tenga enemigos, todos fascistas.”

Nunca pudo vivir sin música, color ni polémica, y al cabo de algunas vueltas por el mundo escribió que no pudo encontrar mejor lugar para vivir que la ciudad de Montevideo.

En 1998 Ricardo recibió la Distinción Sindical al mérito docente, gremial y del ejercicio profesional.

Tuvo 3 hijos, Silvana, Raul y Bernardo y tres nietos, Juan Andrés, Santiago y Florencia.

Sin darse cuenta, dejó otros cientos de hijos intelectuales y de corazón entre quienes tuvimos el honor de conocerlo trabajando, que era algo que rabiosa, tozuda y casi sobrehumanamente hacía mejor que todos nosotros.

Hace unos días, acompañé a sus hijos a la cremación de sus restos.

Tocando la urnita aún caliente solo pude decirle entre dientes: Adiós Profe...

El Uruguay se ha quedado sin uno de sus últimos eruditos; polémico, sabio, controvertido, solidario, brillante, generoso, gruñón, cariñoso y soberbio.

Hasta siempre maestro.

Que en paz descanse.

Dr. Santiago de los Santos

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bello este escrito!!!! Lo conoci y todavia lo recuerdo y ricordare por siempre. En paz descansa grande hombre!!!!